
Nuestra lengua no es sino un latín tardío, enriquecido con numerosos elementos godos y árabes después de que estos pueblos ocuparon la Península Ibérica. Cabría pues esperar que el nombre del hígado apareciera emparentado con la palabra latina iecur, o tal vez con la griega épatos, pero... ¿por qué hígado?
Se trata de una historia curiosa que comienza con una digresión gastronómica. Los franceses dieron a conocer al mundo el foie gras de oca, una delicia elaborada con hígado de oca después de que este órgano del ave ha sido hipertrofiado con dosis abundantes de maíz. Pero el producto es mucho más antiguo que Francia y los franceses; ya era conocido por los atenienses del siglo de Pericles, quienes, por no conocer el maíz, cebaban a las ocas con higos (sykon, en griego) y, como tampoco sabían francés, lo llamaron hépar sýkoton.
Esta exquisitez gastronómica fue legada a Roma, donde el gourmet... Continuar leyendo