Plinio el Viejo usaba el vocablo obstetricia, -iorum para denominar el oficio de las parteras, que se llamaban obstetrix, -icis.
La palabra se derivó del verbo obstare, una de cuyas acepciones era 'estar allí, a la espera', algo que, sin duda, es uno de los gajes del oficio de las comadronas.
En nuestra lengua, la palabra aparece ya en 1728, en el ensayo de Benito de Feijoo Teatro crítico universal: "Uso más honesto de la Arte obstetricia, o de partear". Sin embargo, no figuró en ningún diccionario de nuestra lengua hasta más de cien años después (1846), cuando fue incluido en el de Salvá.
Fuente: La Milenaria historia de las palabras. Aut. Ricardo Soca. Edit. Asociación Cultural Arturo Nebrija. 2009.