
¿Por qué los médicos en general, y en nuestro caso los anestesiólogos, no nos gusta escribir y publicar? Este es un grave defecto que padece el profesionista de la salud. Desafortunadamente es un lastre "grafofóbico" que, desde nuestros primeros años de academia, cargamos pesadamente y no nos permite avanzar profesionalmente y tampoco trascender como seres humanos.
El Dr. Víctor Manuel Whízar Lugo, Presidente de nuestra Federación Mexicana de Anestesiología, A.C., muy acertadamente envió a AMI-List, en el año 2007, esta publicación de Anibal González titulada "El temor a la escritura: la literatura y la crítica literaria iberoamericanas ante un nuevo siglo". Este artículo apareció inicialmente en CiberLetras, Vol 4, ISSN: 1523-1720, CUNY.
El documento del Dr. Víctor Whízar cita:
¿Quién le teme a la escritura? ¿Quién le puede tener miedo a esas marquitas que hacemos sobre un papel, o -lo que es más común hoy día- sobre la pantalla luminosa de una computadora?
De entrada debo aclarar que la frase "temor a la escritura" en mi título en realidad alude a un fenómeno mucho más complejo, para el cual he escogido, sin gran originalidad, el nombre de grafofobia. Por medio de este vocablo tan cacofónico aludo no tanto a un miedo de la escritura que nos llevara a evitarla del todo (lo cual obviamente no nos sucede a la mayoría de nosotros), sino a una actitud ante la palabra escrita en la que se mezclan el respeto, la precaución y el temor con la revulsión e incluso con el desprecio. Esta actitud la encontramos tanto en los críticos literarios (como cabría esperar) como en los autores mismos. Más patente en los textos autorreflexivos o metaliterarios, es también una postura profundamente conflictiva. No se trata, sin embargo, a pesar del nombre que he elegido darle, de una condición patológica, sino de un componente normal e incluso necesario de toda reflexión acerca de la escritura.
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