[Trabajado presentado durante el I Congreso Virtual Mexicano de Anestesiología 2001, por el Dr. Luis Fernando Fiscella, anestesiólogo argentino]
Más del 80 % de los pacientes portadores de cáncer, sufrirán dolores en algún momento de su evolución. De todos los síntomas que afectarán al paciente oncológico hasta el final de su existencia, el dolor es quizás el de mayor relevancia y significado. Posee características de magnitud, calidad y comportamiento que lo llevan a repercutir sobre el enfermo de manera diferente a otros tipos de dolores. Es implacable e inexorable; intenso y agotador. Se instala y progresa en forma constante, llegando en ocasiones a ser agudo y torturante. Tiene la capacidad de interrumpir casi sistemáticamente el sueño, de impedir el descanso y de contribuir a la pérdida del apetito, lo que desmoraliza notablemente al paciente, alterando su equilibrio psíquico y la estabilidad emocional de la familia.
Para un enfoque terapéutico apropiado del dolor en estos pacientes, es fundamental tener muy presente el concepto del "Dolor Total", que afecta a la mayoría de ellos, poseer claros conocimientos de farmacología aplicada, ser humanos, tener auténtico interés por mitigar el sufrimiento ajeno y comprometerse con el enfermo y su familia. Lamentablemente, y a pesar de los esfuerzos que se realizan, se cuentan por millones los enfermos de cáncer que fallecen con dolor anualmente en el mundo sin la asistencia médica-humanitaria apropiada.
La morfina fue, es y seguirá siendo, probablemente, por mucho tiempo, la piedra angular en el tratamiento del sufrimiento de estos pacientes. Conocer en profundidad su manejo, es imprescindible para alcanzar los mejores resultados en el tratamiento del dolor del paciente con cáncer.
Archivo: Bajar el trabajo completo de la red. [Clic aquí]